EL DESARROLLO MORAL
LA TEORÍA DE LAWRENCE KOHLBERG
Kohlberg
comparte con Piaget la creencia en que la moral se desarrolla en cada individuo
pasando por una serie de fases o etapas. Estas etapas son las mismas para todos
los seres humanos y se dan en el mismo orden, creando estructuras que
permitirán el paso a etapas posteriores. Sin embargo, no todas las etapas del
desarrollo moral surgen de la maduración biológica como en Piaget, estando las
últimas ligadas a la interacción con el ambiente. El desarrollo biológico e
intelectual es, según esto, una condición necesaria para el desarrollo moral,
pero no suficiente. Además, según Kohlberg, no todos los individuos llegan a
alcanzar las etapas superiores de este desarrollo.
El
paso de una etapa a otra se ve en este autor como un proceso de aprendizaje
irreversible en el que se adquieren nuevas estructuras de conocimiento,
valoración y acción. Estas estructuras son solidarias dentro de cada etapa, es
decir, actúan conjuntamente y dependen las unas de la puesta en marcha de las
otras. Kohlberg no encuentra razón para que, una vez puestas en funcionamiento,
dejen de actuar, aunque sí acepta que se produzcan fenómenos de desajuste en
algunos individuos que hayan adquirido las estructuras propias de la etapa de
un modo deficiente. En este caso los restos de estructuras de la etapa anterior
podrían actuar aún, dando la impresión de un retroceso en el desarrollo.
Kohlberg
extrajo las definiciones concretas de sus etapas del desarrollo moral de la
investigación que realizó con niños y adolescentes de los suburbios de Chicago,
a quienes presentó diez situaciones posibles en las que se daban problemas de
elección moral entre dos conductas. El análisis del contenido de las
respuestas, el uso de razonamientos y juicios, la referencia o no a principios,
etc. -se analizaron treinta factores diferentes en todos los sujetos- fue la
fuente de la definición de las etapas. Posteriormente, y para demostrar que
estas etapas eran universales, Kohlberg realizó una investigación semejante con
niños de una aldea de Taiwan, traduciendo sus dilemas morales al chino y
adaptándolos un poco a la cultura china.
El
desarrollo moral comenzaría con la etapa cero, donde se considera bueno todo
aquello que se quiere y que gusta al individuo por el simple hecho de que se
quiere y de que gusta. Una vez superado este nivel anterior a la moral se
produciría el desarrollo según el esquema que presentamos a continuación.
Nivel
I: moral preconvencional
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Etapa
1: el castigo y la obediencia (heteronomía).
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El
punto de vista propio de esta etapa es el egocéntrico, no se reconocen los
intereses de los otros como diferentes a los propios. Las acciones se
consideran sólo físicamente, no se consideran las intenciones, y se confunde
la perspectiva de la autoridad con la propia.
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Lo
justo es la obediencia ciega a la norma, evitar los castigos y no causar
daños materiales a personas o cosas.
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Las
razones para hacer lo justo son evitar el castigo y el poder superior de las
autoridades.
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Etapa
2: el propósito y el intercambio (individualismo).
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La
perspectiva característica de esta etapa es el individualismo concreto. Se
desligan los intereses de la autoridad y los propios, y se reconoce que todos
los individuos tienen intereses que pueden no coincidir. De esto se deduce
que lo justo es relativo, ya que está ligado a los intereses personales, y
que es necesario un intercambio con los otros para conseguir que los propios
intereses se satisfagan.
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Lo
justo en esta etapa es seguir la norma sólo cuando beneficia a alguien,
actuar a favor de los intereses propios y dejar que los demás lo hagan
también.
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La
razón para hacer lo justo es satisfacer las propias necesidades en un mundo
en el que se tiene que reconocer que los demás también tienen sus necesidades
e intereses.
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Nivel
II: moral convencional.
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Etapa
3: expectativas, relaciones y conformidad interpersonal (mutualidad).
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La
perspectiva de esta etapa consiste en ponerse en el lugar del otro: es el
punto de vista del individuo en relación con otros individuos. Se destacan
los sentimientos, acuerdos y expectativas compartidas, pero no se llega aún a
una generalización del sistema.
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Lo
justo es vivir de acuerdo con lo que las personas cercanas a uno mismo
esperan. Esto significa aceptar el papel de buen hijo, amigo, hermano, etc.
Ser bueno significa tener buenos motivos y preocuparse por los demás, también
significa mantener relaciones mutuas de confianza, lealtad, respeto y
gratitud.
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La
razón para hacer lo justo es la necesidad que se siente de ser una buena
persona ante sí mismo y ante los demás, preocuparse por los demás y la
consideración de que, si uno se pone en el lugar del otro, quisiera que los
demás se portaran bien.
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Etapa
4: sistema social y conciencia (ley y orden).
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El
punto de vista desde el cual el individuo ejerce su moral se identifica en
esta etapa con el del sistema social que define los papeles individuales y
las reglas de comportamiento. Las relaciones individuales se consideran en
función de su lugar en el sistema social y se es capaz de diferenciar los
acuerdos y motivos interpersonales del punto de vista de la sociedad o del
grupo social que se toma como referencia.
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Lo
justo es cumplir los deberes que previamente se han aceptado ante el grupo.
Las leyes deben cumplirse salvo cuando entran en conflicto con otros deberes
sociales establecidos. También se considera como parte de lo justo la
contribución a la sociedad, grupo o instituciones.
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Las
razones para hacer lo que está bien son mantener el funcionamiento de las
instituciones, evitar la disolución del sistema, cumplir los imperativos de
conciencia (obligaciones aceptadas) y mantener el autorrespeto.
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Nivel
III: moral postconvencional o basada en principios.
Las decisiones morales en este nivel tienen su origen en el conjunto de principios, derechos y valores que pueden ser admitidos por todas las personas que componen la sociedad, entendiéndose ésta como una asociación destinada a organizarse de un modo justo y beneficioso para todos sin excepción. |
Etapa
5: derechos previos y contrato social (utilidad).
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En
esta etapa se parte de una perspectiva previa a la de la sociedad: la de una
persona racional con valores y derechos anteriores a cualquier pacto o
vínculo social. Se integran las diferentes perspectivas individuales mediante
mecanismos formales de acuerdo, contrato, imparcialidad y procedimiento
legal. Se toman en consideración la perspectiva moral y la jurídica,
destacándose sus diferencias y encontrándose difícil conciliarlas.
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Lo
justo consiste en ser consciente de la diversidad de valores y opiniones y de
su origen relativo a las características propias de cada grupo y cada
individuo. Consiste también en respetar las reglas para asegurar la
imparcialidad y el mantenimiento del contrato social. Se suele considerar una
excepción por encima del contrato social el caso de valores y derechos como
la vida y la libertad, que se ven como absolutos y deben, por tanto,
respetarse en cualquier sociedad, incluso a pesar de la opinión mayoritaria.
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La
motivación para hacer lo justo es la obligación de respetar el pacto social
para cumplir y hacer cumplir las leyes en beneficio propio y de los demás,
protegiendo los derechos propios y los ajenos. La familia, la amistad, la
confianza y las obligaciones laborales se sienten como una parte más de este
contrato aceptado libremente. Existe interés en que las leyes y deberes se
basen en el cálculo racional de la utilidad general, proporcionando el mayor
bien para el mayor número de personas.
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Etapa
6: principios éticos universales (autonomía).
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En
esta última etapa se alcanza por fin una perspectiva propiamente moral de la
que se derivan los acuerdos sociales. Es el punto de vista de la
racionalidad, según el cual todo individuo racional reconocerá el imperativo
categórico de tratar a las personas como lo que son, fines en sí mismas, y no
como medios para conseguir ninguna ventaja individual o social.
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Lo
que está bien, lo justo, es seguir los principios éticos universales que se
descubren por el uso de la razón. Las leyes particulares y acuerdos sociales
son válidos porque se basan en esos principios y, si los violaran o fueran en
contra de ellos, deberá seguirse lo indicado por los principios. Los
principios son los principios universales de la justicia: la igualdad de
derechos de los seres humanos y el respeto a su dignidad de individuos. Éstos
no son únicamente valores que se reconocen, sino que además pueden usarse
eficientemente para generar decisiones concretas.
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La
razón para hacer lo justo es que, racionalmente, se ve la validez de los
principios y se llega a un compromiso con ellos. Este es el motivo de que se
hable de autonomía moral en esta etapa.
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